Noel y yo hemos charlado...

-Noel y yo hemos charlado!- dije a mi hijo amenazante cuando no quería ponerse los zapatos.

Yo esperaba que de inmediato se pusiera los zapatos y terminara la rejolina que traíamos con ese asunto, pero resultó que no. Él, soltó los zapatos y corrió hacia a mí y con la mirada iluminada preguntó ¿y de que han hablado?

Este pillo me mató el teatro. ¿qué debía decirle? ah si ha dicho que no te traerá nada porque eres un chico malcriado, mira que dejar los zapatos tirados y andar descalzo es de las faltas más graves de la historia... y le conté que cada día no eres tan veloz (como yo quisiera) para terminar tu cuarto, además tampoco recuerdas (como yo quisiera) que la ropa va al bote de lo sucio. Uy! también le he platicado que de aquel berrinche que hiciste porque no querías bajar del auto (como yo necesitaba) para quedarte con tu abuela y yo ir al trabajo....

Creo que entre madres nos ha quedado claro que Papá Noel me habría asentado un sopapo! Ahora que, es de lo que me quejo todos los días y suelo tener razón... digo, nadie me dice lo contrario... en la oficina las otras chicas (sin hijos) me recuerdan lo cansada que he de estar por cuidar a un crío, y la profesora (que no tiene fama de paciente) me ha confirmado que efectivamente mi niño es un caos!

Sí, sí, sí... ya debí haber recibido otro sopapo!

Pero bueno, aquí con el crío ya instalado en mi regazo donde apenas cabe, con los ojos mirándome esperanzado de escuchar mi falsa charla con el gordo de rojo.... ufff. He decidido dejar que mi corazón de madre hable, ese que me ha llevado a amarlo y darle un hermanito que tiene 7 meses gestándose en mí...

¿Mamá, qué le dijiste?-me insistió sin bajar la intensidad de su mirada...

¿qué le he dicho?... pues le he dicho que ahora que me ves con tremenda panza eres veloz para recoger lo que se me cae. También le he contado que encontraste un juguete de cuando eras bebé y lo guardaste con mucho cariño para tu hermanito por nacer, y mira que le ha parecido un gesto muy generoso. Hijo, Papá Noel sonrió mucho cuando le conté que quisiste meterte al portabebé que nos trajo la tía Aida para el bebé y que va! que ya no cabes... su mirada era casi tan brillante como el sol, y si ha parado de preguntar es porque ya le ganó el cansancio.

Mi hijo se ha dormido en mis brazos, feliz de saber lo buen chico que ha sido. No puede creer que haya hecho tantas cosas buenas... y la verdad es que yo tampoco, con eso que me la paso quejándome todo el tiempo he perdido detalles, perspectiva y hasta el gusto de la maternidad a ratos.

Creo que esto de jugar a charlas con Papá Noél me ha dejado tan buen sabor de boca por recordar lo hermoso que es el tiempo con mi hijo, que llamaré también a San Valentín, el conejo de Pascua, al ratón de los dientes y de ser necesario al Capitán América... No quiero perderme en la realidad, porque no es tan bella y trascendental como la historia que me regalas cada día llena de tu fantasía.

Hijo, te amo... sólo ponte los zapatos, por favor!

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